Esta es la tarta de Cristina, una compañera de colegio de mi hija. Su madre me pidió que le preparara "algo de patines". Yo, de nuevo, puse mi cara de...¿cómo?. Pero como ella ya había visto esa cara con anterioridad..., pues se partió de la risa y se fue a trabajar.
Total, que llegados a este punto no me quedó otra que pensar en una tarta para una patinadora. Si yo fuera una patinadora...¿que tarta me gustaría que me regalaran?. Pues está claro, una tarta con un patín.
Como ya todos sabéis, la semana tiene siete días, y cada día solamente tiene 24 horas. Por cierto, el que inventó el tiempo....podía haberse estado quietecito ese día.
Bueno, que me desvío. El caso es que esa semana yo ya sabía que iba a andar fatal de tiempo. Vosotros ya sabéis mi manía de preparar todo en el último momento, pero hay cosas.... que necesitan más tiempo, por ejemplo....el patín de la tarta.
Y pensando, y pensando, y buscando y buscando, porque...a alguien le ha tenido que pasar antes. Y seguro, seguro, que alguien lo ha contado antes en Internet. Total, que me encontré con el RKI.
Es una pasta que se hace con nubes de azúcar y cereales. No os voy a meter un tostón largo sobre como se hace, eso lo podéis buscar vosotros. Solamente os diré que es una buena forma de hacer figuras grandes.
Yo hice con esta pasta la estructura del patín. Cuando horneé bizcocho, mientras se asentaba en el frigorífico, aproveché para ir recubriendo lo que sería el patín e ir preparando las flores de la decoración. Luego todo fue relativamente sencillo, cortar y rellenar la tarta, cubrirla con el fondant, y terminar de fijar la decoración. Así contado, en la versión corta, parece que no tiene apenas trabajo, pero...., bueno, ya sabéis lo que decía mi abuela.
Me encanta hacer tartas para niños, aunque sean niños mayores. El recordar un cumpleaños porque te han preparado una tarta especial..., seguro que es un recuerdo precioso para toda a vida.
Muchas felicidades Cristina, que cumplas muchos más. Un besito.
